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Las personas por encima de los procesos

Por

Ulises Gonzalez

En el complejo escenario de la gestión del cambio, uno de los desafíos más intrincados radica en poner a las personas por encima de los productos. Es esencial que la dirección no solo vea a los colaboradores como simples engranajes de una máquina, sino como el motor que impulsa el éxito de la organización.


Cuando cada individuo internaliza que su desarrollo personal está intrínsecamente ligado al avance de la organización, se establece una sinergia que beneficia a todos. La clave está en cultivar la autonomía y la capacidad de autogestión en cada persona, al tiempo que se conserva y refuerza su sentido de pertenencia y compromiso con la entidad en su totalidad.


Este enfoque más humanizado nos permite dirigirnos al corazón y la mente de cada colaborador, trascendiendo una visión puramente financiera y transaccional del negocio. En un mundo donde la evolución es constante y la competencia se agudiza, no podemos darnos el lujo de ignorar las necesidades y aspiraciones de cada individuo, ya sea que se trate de un miembro interno de la organización o de un cliente externo.


Adoptar este enfoque integral nos conduce a la creación de un «genba» o «lugar real» dentro de la organización. En este espacio, cada detalle cuenta: desde el bienestar y desarrollo de cada persona, pasando por el óptimo funcionamiento de cada máquina, hasta la implementación de métodos específicos, la calidad de los materiales y el cuidado del medio ambiente.


Al prestar atención meticulosa a estos aspectos, no solo mejoramos la eficiencia y productividad, sino que también construimos una cultura organizacional más sólida, resiliente y adaptativa.

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Si no puedes con la curiosidad